Una espantosa pesadilla interrumpió
mi sueño la pasada noche.
Desperté en medio de un llanto
Que cortaba mi respiración.
En aquella terrible visión,
-quizá presagio del futuro,
quizá producto de mis temores,-
Tú te hacías malo; eras cruel y despediadado.
Afrentabas mi ser, pisoteabas mi afecto,
Consiguiendo con ello hacer,
de a poco, mella en la inmensidad
De este amor que siento por ti.
No había en tu corazón el más mínimo
Asomo de compasión.
Pero lo peor fue despertar y comprobar,
Sin alivio alguno, que entre la pesadilla
Y la realidad, la diferencia disminuye cada día.
miércoles, abril 13, 2005
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